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lunes, 23 de junio de 2008

"Áncon Inn", de Jorge Teillier




1

Áncon Inn el paraíso de los hombres solteros
donde las noches son verdes y las cervezas azules
hasta ser el paraíso de todos los hombres.


2

Miss Allison: K.0. Martínez la recuerda
y le envía un cesto de guayabas
Y un cesto de sirenas.


4

Este es el Istmo donde solía desembarcar
John Silver con su papagayo al hombro.
Ahora los papagayos se desmayan a la hora del cóctel
viendo pasar los más bellos traseros del mundo.


5

La nostalgia parece asomarse en esta jungla de peces.
Cristina se ha desembarcado en su yate de óleos.


8

En la noche limeña
los virreyes resucitan para oler fritanguitas.
En octubre hasta el cebiche se uniforma de morado.
Juego ajedrez para ganar diez soles en el Parque Universitario
y veo en los profundos ojos de los niños lustrabotas
brillar las joyas ocultadas por los Incas.






Panamá – Lima, 1981


























jueves, 5 de junio de 2008

"Viaje de invierno", de Jorge Teillier



a mis abuelos Georges y Mélanie en el Centenario de
su llegada a la Frontera desde Bordeaux.
A mi padre Fernando, en el exilio, pero
siempre con la Frontera en el corazón.
A mis parientes en el sur.

                              I


Sin hablarme
          bajo el dintel de la casa
          donde no quieres sembrar enredaderas
me diste dos tréboles de cuatro hojas.

Hermana
                    de sangre, de humus, de interminables landas,
de agonizantes cornos de Roncesvalles
o rústicos trombones que anuncian la apertura de la Feria
ahuyentando las hadas que olvidaron recoger sus tazones de
                              leche en las puentes.

Tú no podías adivinar
que yo era uno de aquellos Separados –de Sí— Mismos.
Me diste los dos tréboles
como le hubiese dado tu antepasada
el pequeño reloj de oro que pendía de su pecho
al primo que se iba a las Antillas.

Pero tú nunca ves volar pájaros al Sur del Mundo.

Des lettres vont s’écrirex jusqu'a l’aube des
                                        oiseaux invisibles.



                              II

Las horas valían menos que hojas desechables
daba lo mismo perder un mes, un día, el recuerdo de un día.

No sé por qué volví a esos pueblos.
Generales traidores, mirad mi casa muerta.

Daba igual perder la Misa que la cuenta de la brisca.
Rechacé tantas llaves sabiendo que me quitarían todas.

Fui al Betty Hotel a ver a Venancio y a la Estación
en donde miré a la locomotora a vapor haciendo seniles maniobras.

A la salida de la escuela los niños arriesgan sus polcas.
Saludé al busto de O’Higgins y al tontito del pueblo,

al Secretario del Juez y a una india vendedora de merquén
que ya no tenía plata ni para usar trarilonco.

Fui a la Compañía de Teléfonos y pedí Larga Distancia
¿Pero qué respuesta contestaría a ninguna pregunta?

Colgué el teléfono sin cobro revertido
y salí silbando je suis un voyou.

Caminé por la calle principal hasta el puente construido por Vernioriz.
Había un eco de cierre de cortinas metálicas.

Todo el mundo esperaba el final del Mundial.
Bajo el puente no pasaban las horas ni el amor.


                              III

No
          no eres una Estrella del Alba
eres la hoz de luna inoxidable
esperando la hora del duelo y la venganza.

No habrá perdón
                    para quienes no tenían nada que perdonar.

Tú serás de quienes esperan la Segunda Boda
                    iluminada por el Sol Verdadero,
tú eres la tierra que hará fértil la sangre del odio,
hija del Profundo Sur
                    cansado del ruido de Mercedes Benz, helicópteros
                    y discoteques.

No habrá esperanza para quienes quisieron que se
                    perdiera la esperanza.
No se desenterrarán gentes ni ciudades que se
                    enterraron en vida.
Un apacible sol adormece a los que se creen
                    gozar de un dulce triunfo.
Tú y los tuyos los miran dormir
                    mientras no dejan de brillar
las implacables estrellas de la venganza
                    forjadas en el Ejército de las Sombras.


                              IV

Somos los únicos clientes
en el Club Social.
Losanges de 1895.
Mesones de raulí.
El horóscopo dice que cuide mi cabeza.
Las abejas verdes de tus ojos
disuelven la Bruja Blanca del Gin Tonic.
Pido un Rayo de Jersey
el whiski con jugo de manzana que bebió Bill, el
                    fundador de los Alcohólicos Anónimos
para celebrar el Día del Armisticio.

Tú partes a comprar lentejas porque es lunes.
Te despides sonriendo como en el sur se sonríe a los
                    niños y a los locos.
Chacuy vi añey.
Me siento un Centinela Melancólico al acecho de un
                    poema que no me interesa escribir.
Hoy el alma del vino cantaba en las botellas
Abro al azar El Esclavo de su Finca y escribo en homenaje a
                                        Selma Lagerlöf
aunque tenga sólo una canción, una oscura canción:


                              V

Soy un pobre Gunnard Edde
tambaleando tras perder sus últimos rebaños.
Lucho contra la tormenta del alcohol,
bajo la charlatana lluvia
que en vano quiere fecundar el perezoso campo.
Surge la Casa Solariega
la sordomuda que se pudre lentamente
esperando la llegada de la Dama de la Pena
con su carruaje de renos negros.
Ella se envuelve en una capa de murciélagos vivos
y no aparecen ni un violinista ni una pareja de acróbatas,
pero tú llegas de improviso
y saludamos a la dueña de casa.
La anciana que llevaba flores todos los días a los que
                    no tienen flores ni para Todos los Santos.

No te pregunté por la tumba de tu padre:
el marino condenado a muerte / el seminarista / el
vendedor de vinos / el cazador / el profesor rural.

Tú recogiste una brazada de lluvia de estrellas.
Las calles se llenarían luego de dedales de hadas.


                              VI

Corbán, Corbán debe estar triste
así escribió un poeta de este pueblo.

Un poeta muerto por un tranvía en Londres.
Hay tantos amigos que mueren a lo lejos.

Fui al correo a enviar a Panamá una postal a César Young:
Poeta, no dejes de brindar por mí con Herrerano Blanco

A Juan Cristóbal bucanero de Lima
La nave de oro para que se embarque con Spelucín.

Un ramo de pensamiento silvestre
para la Reina de las Tres Colinas.

A Anny Ondra veneno para el Doctor Caligari,
un perro de Cameron a los poetas del Opus amaestrado.

Un nuevo corazón de escarcha para el Imbunche Cárdenas,
una Bandera de una Patria Nueva a Fernando de la Lastra.

Para la Más Amada un avellano sagrado
y un estanque con relucientes salmones.

Un cuchillo para que me asesinen los amigos
y mi orgullo para la vanidad de todo el mundo.


                              VII

Espero el Bus Rural
que no llega o llega atrasado.
Tu pueblo puede llamarse
Camino del Recodo según el finado Altenor
o Lugar de Sarnosos.
Eso no te importa.
Tampoco me importa
no haber visto El último tren a Yuma
o perder la última micro a Temuco,
o el avión que un día puede dejarme en Quito
esa capital cuyo nombre rima con cuchillo.

Hace frío.
                    Tienes mejillas enrojecidas como las de
                              las serranas de Santiago de Chuco
pero tú no eres de junco o capulí.
Te veo en las caravanas del Far West
mientras tus hermanos cantan:

                                        How I missed her, how I missed her,
                                        How I missed my Clementine
                                        But I kissed her little sister
                                        And forget my Clementine.


Has dicho que estarás conmigo hasta que pase el último bus
en la Plaza de los Sin Tiempo.


                              VIII

Fueron mi Dante y mi Virgilio un lustrabotas y un cartero
guiándome hacia la mejor Bodega de Chicha de Manzana.

Vi jugar al tejo y leí los diarios del domingo
el doble más grueso y tonto que de costumbre.

Por decir que Martín nunca sería campeón y ser amigo de Mano de Piedra
el Dueño brindó conmigo con sidra envasada sólo para su consumo.

salí a buscar versos que rimaran con estos parajes
como Denise, recuérdalo, todo será paisaje,

pero sólo repetía Aún alientas, aún empobreces pasos
                                                  sobre la tierra

y no podía ver sino Un Ángel siempre de pie en una
                                                  columna

y En mi silencio azul lleno de barcos sólo tu rostro vive.

Pero nada valía frente al recuerdo de Jehanne la putita

viajando junto a Blaise en el Transiberiano.


                              IX

Des lettres vont s’écrire jusqu'a l’aube des
                                        oiseaux invisibles.


Un día
                    te escribiré una carta.

Un día
                    cuando todos los sobres sean transparentes
y los hermanos y los parientes no sean condenados a
                                        morir en el exilio
y todos vivamos en nuestro verdadero País.

Te escribiré
porque
como a un ciego me has llevado por las calles.

En la ciudad
                              nadie sabe el significado de los ágaves
ni por qué me niego a regar el Jazmín del Cabo.
Se han perdido dos tréboles de cuatro hojas
                    en lugar donde condené a podrirse mis libros.

Llueve
                    una lluvia que hace crecer los tréboles
a quien nadie les serán arrebatados
y él ágave con el cual brindé por los nuestros en Querétaro.

Llueve sobre los tréboles de Brocelandia y la Ciudad de
                              los Césares.

Los tréboles rojos que nacen para nosotros
los verdaderos dueños de esta tierra.













lunes, 26 de mayo de 2008

"Paseos con Carolina", de Jorge Teillier






En una tarde de ninguna tarde sales a pasear del brazo
          del Loco del Tarot.

Será como mirarse en un caleidoscopio
          único lujo de la vitrina del
          bazar del barrio
vemos al dueño tratando de reanimar los carbones del brasero.

Será todo como en la Plaza Manuel Rodríguez
          que era el patio de tu casa
allí te robaron tu triciclo sin permiso de tu Ángel de la Guarda.

Entramos a un aserradero.
El maestro me dice cómo debes enseñarme
a construir un estante de madera de pino.
Aparecen peluqueros casi centenarios
          que asientan las navajas
para clientes que ya se fueron a otros mundos.
Aparece una frutería igual a la de doña Modesta en Lautaro
          desde allí saludabas todas las mañanas a la viuda del
                 guardacruzadas en caseta esperando la pasada del tren
                 lastrero.

Hoy es día de tu santo y tú ni lo recuerdas
pero en Nueva York 11 Alvaro y Jonás con tu tío Iván
          alzan una copa en tu honor
y tu hermano en Bucarest oye aletear molinos de
          alas de mariposas
y los hijos de un Viejo Hidalgo tocan por ti junto a
          Vasile Igna una Misa en Re.

De una carretela se detiene un campesino a recoger ramas.
A él no le importan
                                        los semáforos santiaguinos.
Él sabe
que te aman los apaleados caballos y las muchachas locas
que convierten en hostias sagradas las galletas de agua
          que a mediodía les llevas a la Clínica.
Visitante a la Hora de Once porque vives añorando el
          pan amasado.
Llegas con la paz de un colibrí
a quien nadie podría atrapar
ni en un jardín Benedictino.

En tu mirada temen reflejarse los muros coronados
          de alambres de púa.

Me regalas “The Ring”, la Biblia del Boxeo
y yo
“La Colina de los Helechos” y “La Fuga de los Cisnes”.

Me has dado a Tamia
la lluvia morena que calma toda sed
y a Adrián
taimado como un Jorge cualquiera huye de todos los umbrales
          donde en vano lo aguardan.

No te importa
que me jale la barra del Bar
como dices con tu acento de Cuyanquén, Palermo, o Puente
          de los Suspiros
porque sabes que a tu lado recupero
la Bilz de los carros de tercera
y la Panimávida tiene sabor a Veuve—Clicquot.

Hemos salido a pasear juntos después de no sé cuántos años
Carolina de todas las estrellas
Carolina de más estrellas que todos los vinos y generales
          del mundo
(cuando naciste eran las tres de la mañana en Noviembre
y los hombres miraban el cielo esperando el paso
de una estrella roja).

Me gusta caminar contigo y ver que tus zapatos que
          aquí no se usan
hacen florecer los adoquines,
y que te enojes porque a Pepe Pardo las cervezas no dejan
          de volvérseles azules
y que puedes convertir en nidos todas las computadoras.

Todo esto sonriéndome como se sonríe el pianista cesante
          cuando llegó el Cine Hablado,
mientras apoyas tu mano en mi muda mano
Carolina,
amor mío,
hija mía.
































viernes, 16 de mayo de 2008

"Sin señal de vida", de Jorge Teillier





¿Para qué dar señales de vida?
Apenas podría enviarte con el mozo
un mensaje en una servilleta.

Aunque no estés aquí.
Aunque estés a años sombra de distancia
te amo de repente
a las tres de la tarde,
la hora en que los locos
sueñan con ser espantapájaros vestidos de marineros
espantando nubes en los trigales.

No sé si recordarte
es un acto de desesperación o elegancia
en un mundo donde al fin
el único sacramento ha llegado a ser el suicidio.

Tal vez habría que cambiar la palanca del cruce
para que se descarrilen los trenes.
Hacer el amor
en el único Hotel del pueblo
para oír rechinar los molinos de agua
e interrumpir la siesta del teniente de carabineros
y del oficial del Registro Civil.

Si caigo preso por ebriedad o toque de queda
hazme señas de sol con tu espejo de mano
frente al cual te empolvas
como mis compañeras de tiempo de Liceo.

Y no te entretengas
en enseñarle palabras feas a los choroyes.
Enséñales sólo a decir Papá o Centro de Madres.
Acuérdate que estamos en un tiempo donde se habla en voz baja,
y sorber la sopa un día de Banquete de Gala
significa soñar en voz alta.

Qué hermoso es el tiempo de la austeridad.
Las esposas cantan felices
mientras zurcen el terno único
del marido cesante.

Ya nunca más correrá sangre por las calles.
Los roedores están comiendo nuestro queso
en nombre de un futuro
donde todas las cacerolas
estarán rebosantes de sopa,
y los camiones vacilarán bajo el peso del alba.

Aprende a portarte bien
en un país donde la delación será una virtud.
Aprende a viajar en globo
y lanza por la borda todo tu lastre:
los discos de Joan Báez, Bob Dylan, Los Quilapayún,
aprende de memoria los Quincheros y el 7° de Línea.
Olvida las enseñanzas del Niño de Chocolate, Gurdgieff
            o el Grupo Arica,
quema la autobiografía de Trotzki o la de Freud
o los 20 Poemas de Amor en edición firmada y numerada
            por el autor.

Acuérdate que no me gustan las artesanías
ni dormir en una carpa en la playa.
Y nunca te hubiese querido más
que a los suplementos deportivos de los lunes.

Y no sigas pensando en los atardeceres en los bosques.
En mi provincia prohibieron hasta el paso de los gitanos.

Y ahora
voy a pedir otro jarrito de chicha con naranja
y tú
mejor enciérrate en un convento.
Estoy leyendo El Grito de Guerra del Ejército de Salvación.
Dicen que la sífilis de nuevo será incurable
y que nuestros hijos pueden soñar en ser economistas
            o dictadores.








 










domingo, 4 de mayo de 2008

"Un viejo púgil", de Jorge Teillier





Revistas color sepia, programas de matches estelares,
el par de guantes firmados por el Presidente
cuando ganó el Campeonato
colgados junto al retrato de la Difunta
lo hacen buscar la gloria del Álbum amarillento
y mientras hierve el agua en el anafe
va recordando la cara del público y sus rivales
a quienes el tiempo les ha contado diez.

La tarde cuelga frente a su ventana
como una raída y sucia bata de combate,
y él vuelve a bailotear en el ring,
siente ovaciones en la tarde muerta.

No crean que está solo
mientras prepara el café
y hace guantes frente al espejo
que le muestra su nariz rota y sus orejas de coliflor.

Todas las tardes regresan sus admiradores
que en la estación se empujan para llevarlo en hombros
a la vuelta de su gira triunfal
y lo dejan en la primavera del césped de pez—castilla
donde —como le prometió a su madre—
sueña que ha esquivado —sin despeinarse— los golpes del olvido.








en CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, 1985.










miércoles, 23 de abril de 2008

"Armando Rubio Huidobro (1955-1980)", de Jorge Teillier




a Raquel y Alberto

Encendido por una llama de aire puro
Ariel de las calles santiaguinas
De la Gran Avenida a Vitacura a la Estación Mapocho
Fugaz torbellino
Pájaro huyendo de la jaula de los años
O tranquilo ángel
En manos de los barberos de las Fuentes de Soda
O de los bares a punto de cerrar
Donde garzones de chaquetas manchadas
Nos sirven los aperitivos de Nuestra Señora de la Muerte.

Nadie podía saber
Tras oír tu alegre silbido
Que más que nadie escuchabas a Ottis Reading
Llamándote desde el otro mundo
Con su oscuro cantar
Todo no es sino un accidente
Como lo fue para Ottis.

All the jazz
Todo debe continuar
Toda bulla debe continuar
Toda confusión debe continuar
Ciudadano de Orihuela y de Isla de Maipo.

Deben continuar tu aguda sonrisa
            y tus versos a la Maratón y tu perro Fulgencio
Como tu vida
Esa danza que barría toda arena de las playas de la rutina
Y tu mejor herencia
Es escuchar decir a muchos
Que al lado de tu muerte no merecen estar vivos
            y tampoco nosotros.















jueves, 3 de abril de 2008

"Adiós al Führer", de Jorge Teillier





Adiós al Führer, adiós a todo Führer
               habido o por haber.
Adiós a todo Führer verdadero o falso,
buenas noches, le digo, buenas noches
con una íntima tristeza reaccionaria.

Adiós al Führer que engullía tortas de Selva Negra
mientras sus tanques se alimentaban de caminos de Europa.
Adiós a todo Führer que ame a Wagner o la Giovinezza
ya sea lampiño, barbudo o bigotudo.

Adiós al Führer que en submarino huyó a Buenos Aires
tras matar a Eva y a Blondi, su fiel perro.
Desde los hielos lo oye llamar Miguel Serrano
mas ni por mar ni por tierra podrían encontrarlo.

Adiós a todo Führer que nos ordene sepultarnos con él
tras contemplar cómo arden las ruinas de su Imperio,
y entretanto no deja a nadie dormir tranquilo
aunque no hayamos violado, ni robado, ni asesinado.

Adiós a todo Führer que obligue a los poetas
a censurar sus manuscritos o mantenerlos secretos
bajo pena de mandarlos a su Isla o Archipiélago
o a cortar caña bajo el sol de la Utopía.

Adiós al Führer de la Antipoesía
aunque a veces predique mejor que el Cristo de Elqui.
Es mejor no enseñar dogma alguno, aunque sea ecológico,
cuando ya no se puede partir a Chillán en bicicleta.

Adiós al chico Molina, cruel Führer de Lo Gallardo
donde escribió El Lobo Estepario antes que Hermann Hesse,
aunque N.S. Jesucristo murió por él según lo dice Anguita,
y adiós por quienes desean que demos el sí cuando amamos el no.

Adiós a todo Führer a quien no le importa perder cuarenta o
               cuarenta mil hombres
con tal de invadir islas pobladas por ovejas,
y tras la derrota se acoge a general jubilación
a oír Silencio en la noche ya todo está en calma.

Adiós a quien un tiempo fuera nuestro secreto Führer
y nos recomendaba abstinencia botella de whiski en mano,
y con desprecio abandonó su Bunker frente al cerro
para conquistar Venezuela como sus antepasados.

Adiós al pícaro que pretendía ser Martín Bormann:
Enrique Lafourcade, conde de la Fourchette.
Lo verán pasear un ridículo perrito
sin poder alcanzar ni al Parque Forestal.

Lo verán alimentarse, fantasma rubicundo,
de pálidas y frágiles palomitas nocturnas.
Lo verán recorrer los más perdidos pueblos
buscando firmar autógrafos a Alcaldes y parvularias.

Lo verán sollozar pensando en sus Días sin Dieta
con patitas de chancho en Los Buenos Muchachos.
Lo verán derramar una furtiva y valetudinaria lágrima
mientras canta Yo soy el Rey creyéndose Pedro Vargas.

Y ya no habrá nadie de la Generación del 50
para entonar a coro Yo tenía un camarada.
Adiós a todo Führer que nos dé duro con un palo
y también con una soga
creyendo que como él somos apenas sensitivos.
Y buenas noches, amigos, buenas noches,
hasta que un día nos volvamos a encontrar
en la hora soberbia y enloquecida de los esqueletos.





Escrito en la Plaza del Mulato Gil de Castro,
en Santiago, la noche del 2 de diciembre de
1981, fecha del lanzamiento de la novela de
título homónimo de Enrique Lafourcade.


















sábado, 22 de marzo de 2008

"Semana valdiviana", de Jorge Teillier



A los viejos amigos del Grupo Trilce, y a los
De Índice y a Jorge Torres Ulloa


El árbol se ha marchitado y Juanita está harapienta.
Un borracho en La Paz miraba las ortigas
y con ellas bailaba con el acordeón del viento.

Vas de un bar a otro enfermo de poesía,
de esa poesía que nunca has de escribir.
Un vendedor viajero te habla de sus conquistas
y todo te fastidia, hasta hablar de fútbol.

Tu pueblo está lejos, tu pueblo ya no existe.
Allí hasta las frambuesas tienen sabor amargo.
Entras a oír Misa donde tocan guitarras,
ya no existe el lenguaje que asombraba tu infancia.

Los fuegos de artificio te repugnan.
La ciudad de fiesta es un espejo enfermo.
Los amigos vendrán: Omar, Walter, Enrique.
Cae chaya sobre los adolescentes.

La mañana es lenta como los remolcadores.
Se vende harina tostada y carbón de piedra.
Desde una buhardilla me hacen señas.
María Grube sonreía ebria de rosas rojas.

En la estación aspiro el humo de la máquina.
Sí, conductor, ya era tiempo. Aquí una mano blanca
me señaló un cordero. Adiós, tarde feliz, ya era tiempo.
Tras un blanco resoplido se esfuman los amigos.














domingo, 2 de marzo de 2008

"Imitando a un fantasista", de Jorge Teillier





Elle m’aime et je porte un veston de alpagaTristán Deréme


I

¿Para qué buscar la gloria, tonta etiqueta
o publicar versos en absurdas revistas?
Las estrofas que un día dejó fluir mi mente
las comprarán por nada los libreros de viejo
y cual vuelo de becasinas se irán mis dedicatorias.

Pero, por lo menos, alguna hoja servirá
para que un niño fabrique débiles barquitos
o una pareja de amantes antes de subir a un hotel
lea un poema mío comprado en liquidación.



II

Junto al fuego vigilado por el gato de una vecina
yo caliento mis pies mientras tomo la cerveza
que tanto le costó traerme a la vieja empleada.
He perdido el amor a la sombra y al misterio.
Los astros son testigos que perderé hasta la pena.
Pequeño Sócrates, bebe tu pequeña cerveza.














martes, 19 de febrero de 2008

"Ahora que de nuevo", de Jorge Teillier




Ahora que de nuevo nos envuelve el Invierno
enemigo de los vagos y los ebrios,
el viento los arrastra como a las hojas del diario de la tarde
y los deja fuera de las Hospederías,
los hace entrar a escondidas a dormir hasta en los Confesionarios.

Conozco esas madrugadas
donde buscas a un desconocido y un conocido te busca
sin que nadie llegue a encontrarse
y los radiopatrullas aúllan amenazantes
y el Teniente de Guardia espera con su bigotito de aprendiz de nazi
a quienes sufrirán la resaca por no pagar la multa.

Ahora que de nuevo nos envuelve el Invierno
pienso en escribir
sobre los areneros amenazados por la creciente
sobre un reo meditabundo
que va silbando una canción,
sobre las calles del barrio
donde los muchachos hostiles al forastero
               buscan las monedas para el flipper
y los dueños del almacén de la esquina
esperan entumecidos al último cliente,
mientras en el clandestino
los parroquianos no terminan nunca su partida de dominó.

Ahora que de nuevo nos envuelve el Invierno
veo un farol transformado en santo por un nimbo de niebla
y los amantes desamparados
besándose apegados a los cercos.

Ahora que de nuevo nos envuelve el Invierno
pienso que debe estar lloviendo en la Frontera.
Sobre los castillos de madera,
sobre los perros encadenados,
sobre los últimos trenes al ramal.
Y vivo de nuevo
junto a Pan de Knut Hamsun lleno de fría luz nórdica y
               exactos gritos de aves acuáticas,
veo a Blok errando por San Petersburgo contemplado por el
               Jinete de Bronce
y saludo a Sharp, a Dampier y a Ringrose jugándose en Juan
               Fernández el botín robado en La Serena.

Me han llegado poemas de amigos de provincia
hablando de una gaviota muerta sobre el techo de la casa
del rincón más oscuro de una estrella lejana
de navíos roncos de mojarse los dedos.

               Y pienso frente a una chimenea que no encenderé
en largas conversaciones junto a las cocinas económicas
y en los hermanos despojados de sus casas y dispersos
               por todo el mundo huyendo de los Ogros
esos hermanos que han llegado a ser mis hermanos
y ahora espero para encender el fuego.







* Este poema fue publicado en CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, en 1985.

* Los versos "sobre un reo meditabundo / que va silbando una canción" son parte del tango "Silbando", compuesto en 1923 y fue cantado por primera vez por Azucena Maizani, pero fue grabado por primera vez en 1925por ella acompañada por la Orquesta de Francisco Canaro, mientras por otra parte -el mismo año- Carlos Gardel también grababa "Silbando" con las guitarras de Ricardo y Barbieri. Compuesta por Cátulo Castillo y Sebastián Piana, la letra pertenece a José González Castillo. La letra es la siguiente: "Una calle en Barracas al Sur,/ una noche de verano,/ cuando el cielo es más azul/ y más dulzón el canto del barco italiano.../ Con su luz mortecina, un farol/ en la sombra parpadea/ y en un zaguán/ está un galán/ hablando con su amor...// Y desde el fondo del Dock,/ gimiendo en lánguido lamento,/ el eco trae el acento/ de un monótono acordeón;/ y cruza el cielo el aullido/ de algún perro vagabundo,/ y un reo meditabundo/ va silbando una canción...// (Silbido) Una calle... Un farol... Ella y él.../ Y llegando, sigilosa,/ la sombra del hombre aquél/ a quien lo traicionó una bella ingrata moza.../ Un quejido y un grito mortal,/ y, brillando entre la sombra,/ el relumbrón/ con que un facón/ da su tajo fatal...// Y desde el fondo del Dock,/ gimiendo un lánguido lamento,/ el eco trae el acento/ de un monótono acordeón;/ y al son que el fuelle rezonga/ y en el eco se prolonga,/ el alma de la milonga/ va cantando su emoción.//" (La negrita es mía.)

* Knut Hamsun (de verdadero nombre Knut Pedersen) nació el 4 de agosto de 1859 en Lom, Noruega, y murió en Grimstad, el 19 de febrero de 1952. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1920. Escribió en 1884 la novela Pan. El mundo lo castigó severamente con la pobreza y su espalda luego de la caída de los nazis, a los que había brindado su apoyo.

* Alexandr Alexándrovich Blok (en sirílico: Александр Александрович Блок) nació el 28 de noviembre de 1880 y murió el 7 de agosto de 1921.

* San Petersburgo fue fundada por el zar Pedro el Grande el 16 de mayo de 1703 y fue conocida como Leningrado durante el regimen soviético entre 1924 y 1991.

* El "Jinete de bronce" es un monumento en San Petersburgo en honor al fundador, el zar Pedro el Grande. Los bocetos estuvieron a cargo del escultor francés E.M. Falconet, quien fue invitado por Catalina II. La creaciçon del modelo duró 3 años, desde 1768 a 1770). La cabeza de Pedro I fue realizada por el alumno de Falconet, M.A. Collot, mientras que el diseño del pedestal estuvo a cargo del arquitecto Yuriy Velten. El pedestal pesa 1600 toneladas y es un enorme monolito de granito encontrado en las cercanías de San Petersburgo. Como un témpano de piedra, sólo es presenciada su parte superior. Tomó 9 meses para llevarlo al lugar de construcción y simboliza una ola que representa la inspiración de Pedro el Grande de conquistar el Mar Báltico para Rusia. Por otra parte, el caballo encabritado es símbolo de la reformulación de Rusia por el zar, mientras que la corona de laurel en la cabeza de Pedro el Grande simboliza la gloria. La serpiente pisoteada por el caballo es una alusión de los episodios de la Guerra del Norte.

* Los famosos bucaneros del Mayflower -Bartholomew Sharp, William Dampier y Basil Ringrose- recalaron en los primeros días de enero de 1681 a la Isla Juan Fernández. Venían maltrechos tras la muerte de su valiente Capitán Sawkins y haber sido aullentados de Ilo, Coquimbo y La Serena por la armada Española. Sharp fue depuesto en la Isla y John Watling fue elegido por la tripulación para tomar el comando.

* El último verso de la penúltima estrofa está constituido por un verso ("navíos roncos de mojarse los dedos") de Mario Contreras Vega (nacido el 14 de octubre de 1947 en Coyhaique, Chile) del libro Entre Ayes y Pájaros (1981), particularmente del poema "Invierno en Chiloé", que dice así: "Y no hay nadie./ No hay nada.//Salvo el sabor salobre del mar que esparce el viento/ entrañas de cipreses galopando en la orilla/ de la lluvia.// Y no hay nadie,/ no hay nada/ en este invierno nuestro.// (Agazapados los hombres admiran ese viento/ los árboles que vuelan sin alas en la noche/ los feroces alambres que silban alumbrando...)// Y los navíos roncos de mojarse los dedos/ que en la muralla verde se hunden, dormidos.//" (La negrita es mía.)

* En el original de CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, en la quinta estrofa, el v9 dice: “veo a Block errando por San Peterburgo contemplado por el Jinete de Bronce".



© Notas de Juan Carlos Villavicencio








jueves, 31 de enero de 2008

"Botella al mar", de Jorge Teillier




Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo
te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes.
Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni
para los iniciados. Es para la niña que nadie
saca a bailar, es para los hermanos que
afrontan la borrachera y a quienes desdeñan
los que se creen santos, profetas o poderosos.






en CARTAS PARA REINAS DE OTRA PRIMAVERAS, 1985.







miércoles, 16 de enero de 2008

“Verdes crecen mil juncos”, de Jorge Teillier




“Verdes crecen mil juncos”
pero sólo hay dos niños vestidos de blanco
que al final se vuelven uno
vestido de negro.
A ellos los creí oír cantar un día
junto al verde, verde cerro
mientras yo soñaba con un submarino amarillo
y el día fue la bolita de cristal
regalada al niño que pedía limosna en la
            Avenida Alemana
que los nietos de los alemanes se negaron a llamar
            Avenida Roosevelt
porque siguen creyendo que pueden ganar todas
            las guerras
como los mapuches, sus primos hermanos.

“He vendido mi inteligencia para comprar asombro”
y veo crecer como en la canción inesperada
mil juncos que se vuelven dos niños vestidos de blanco
            que al final será uno vestido de negro.





Cerro Ñielol, Temuco, 1982.










domingo, 30 de diciembre de 2007

"Todo está en blanco", de Jorge Teillier





Todo está en blanco.
El alba reina en el reloj de pared.
Sus agujas se han detenido.
La sangre de mis venas es un lago en deshielo
            una muchacha se ahogaría al cruzarlo.

Mi doble viste de negro
y sonríe.
Cuando él ocupa mi lugar
bajará la escalera de caracol
y se pondrá esos guantes
que el Príncipe de la Mentira entrega a sus discípulos
para que puedan estrangularse
sin la ayuda de los extranjeros que los traicionaron,
frente al espejo que les sonríe por última vez
diciéndoles que creyeron ser bellos tenebrosos
mientras se oye el aplauso de sus admiradores
los blancos pájaros que vaciaron mis ojos
            y detuvieron el fluir de mi sangre
y luego parten en busca de mis únicos amigos
            aquellos que no conocen todavía el blanco
para decirle que cumplieron una misión más
            a su madre
la Gran Esfinge Blanca.





en CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, 1985.




domingo, 16 de diciembre de 2007

"Cuento sobre una rama de mirto", de Jorge Teillier



Había una vez una muchacha
que amaba dormir en el lecho de un río.
Y sin temor paseaba por el bosque
porque llevaba en la mano
una jaula con un grillo guardián.

Para esperarla yo me convertía
en la casa de madera de sus antepasados
alzada a orillas de un brumoso lago.
Las puertas y las ventanas siempre estaban abiertas
pero sólo nos visitaba su primo el Porquerizo
que nos traía de regalo
perezosos gatos
que a veces abrían sus ojos
para que viéramos pasar por sus pupilas
cortejos de bodas campesinas.

El sacerdote había muerto
y todo ramo de mirto se marchitaba.

Teníamos tres hijas
descalzas y silenciosas como la belladona.
Todas las mañanas recogían helechos
y nos hablaron sólo para decirnos
que un jinete las llevaría
a ciudades cuyos nombres nunca conoceríamos.

Pero nos revelaron el conjuro
con el cual las abejas
sabrían que éramos sus amos
y el molino
nos daría trigo
sin permiso del viento.

Nosotros esperamos a nuestros hijos
crueles y fascinantes
como halcones en el puño del cazador.







en CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, 1985.





domingo, 2 de diciembre de 2007

"Quizás me escucharías", de Jorge Teillier




a Cristina


Quizás me escucharías
Si supieras que a veces mi lenguaje
Es del ciruelo que teme compartir sus frutos
El de los gatos
Que prefieren el tejado
A las caricias y al plato de leche
El de la estrella
Que muere para anunciar el Nacimiento.

Quizás podrías verme
Si mis manos fueran los pedernales
Que iluminaran los azules pozos de tus ojos.

Quizás me escucharías
Cuando en el País de la Escarcha ya no entonaran mis Salmos
Y se alzará la alabanza al pajar del verano
Donde el asno y el buey esperan a los Magos
y a Medianoche
Los pastores tributan el canto de los gallos.

Escucha –sólo por una vez— escucha:
Cuando mi celosa madre la Luna deje de conducirme
Yo entraré –como entraría el Padre—
Sin temor
A la Nochebuena de la vida
Reflejada en un sacerdotal candelabro de manzanas.










sábado, 10 de noviembre de 2007

"Hermana", de Jorge Teillier




a Marín Sorescu


Vivo en la apariencia de un mundo
Tú no sabes ni puedes saberlo
Tú no puedes conocer a mi hermana.
Yo mismo apenas la conozco
Porque murió antes de que yo naciera
Y esa llaga adelantó mi llegada.

Por eso crecí antes de lo debido
Y la primavera es una rápida hojarasca
Y el verano un congelado reloj de arena.

Ya sólo puedo yacer en el lecho de mi hermana muerta.
El vacío de mi hermana me sigue cada día.
Cuando yo muera habré muerto antes de su muerte.








en CARTAS PARA REINAS DE OTRAS PRIMAVERAS, 1985.



sábado, 27 de octubre de 2007

"Después de la fiesta", de Jorge Teillier







Está más joven la muchacha que amanece sonriendo
frente al canto del canario cada vez más joven.
Está más joven en la portada de la revista
          sobre la mesa de nogal cada vez más joven
el retrato de los Campeones Mundiales del año 30.

Está más joven la mujer que se despierta para lavar
          ropa ajena en la artesa rústica.
Están más jóvenes quienes en la plaza hablan
          de sus amigos desaparecidos o asesinados.
Está más joven la flor guardada entre las páginas
          de Fermina Márquez,
está más joven el rugoso pescador que bebe
          su aguardiente frente al temporal recién nacido.
Está más joven el guijarro que espera ser
          recogido por un niño,
tras ser pulido por una ola que cada viaje hace
          cada vez más joven.

Sólo yo he envejecido.