domingo, 29 de agosto de 2010

Testimonio de mi amistad con Jorge Teillier, de Poli Délano







Nos conocimos en 1954, cuando ambos entramos al Instituto Pedagógico, encontrándonos como los pares que se buscan. Él escribía poesías, yo cuentos, y de pronto estábamos reunidos en alguna sala del campus con otros escritores en germen: Jorge Naranjo, Carlos Santander, Cristian Hunneus. Algo así como un taller sin dirección. Asistíamos juntos a los ramos generales de nuestras carreras y tuve el privilegio de leer algunos de los primeros poemas de Jorge garabateados en sus cuadernos de materias. Muy pronto aparecieron editados en su primer libro Para ángeles y gorriones. También, a veces, nos encontrábamos en reuniones "de célula", de la Jota. Además, frecuentábamos las casas de escritores mayores que nosotros, como Armando Cassígoli y Rubén Azocar, así como la del músico-compositor Roberto Falabella, que convocaba artistas de toda disciplina. Tertulias movidas, peleadas, cantadas y bebidas en las que no faltaban las musas. Fuimos amigos durante todas las épocas y hasta nos encontramos durante los años malos, una vez en México, muchas en Chile, a mi regreso.













"Revista de Libros" de El Mercurio,
Viernes 3 de junio de 2005