miércoles, 16 de enero de 2008

“Verdes crecen mil juncos”, de Jorge Teillier




“Verdes crecen mil juncos”
pero sólo hay dos niños vestidos de blanco
que al final se vuelven uno
vestido de negro.
A ellos los creí oír cantar un día
junto al verde, verde cerro
mientras yo soñaba con un submarino amarillo
y el día fue la bolita de cristal
regalada al niño que pedía limosna en la
            Avenida Alemana
que los nietos de los alemanes se negaron a llamar
            Avenida Roosevelt
porque siguen creyendo que pueden ganar todas
            las guerras
como los mapuches, sus primos hermanos.

“He vendido mi inteligencia para comprar asombro”
y veo crecer como en la canción inesperada
mil juncos que se vuelven dos niños vestidos de blanco
            que al final será uno vestido de negro.





Cerro Ñielol, Temuco, 1982.










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