miércoles, 27 de agosto de 2008

"Teillier, no la leyenda", de Floridor Pérez





Cuento en pantalla otras cincuenta direcciones que recibirán el mismo correo electrónico que leo —uno de esos mensajes tipo "para fulanodetal@yotros.cl"— y no puedo dejar de pensar en Jorge Teillier con su más creativo aporte a la poesía de los años sesenta, su revista «Orfeo». Abro un ejemplar y cuento veinticuatro corresponsales en el país y quince en el extranjero. Como entonces no bastaba apretar una tecla, había que escribir esas cartas, meterlas en sobre, pegar estampillas, llevarlas al Correo. ¡Él lo hizo! Además, para tejer tamaña red que abarcó a Talca, París y Londres; y se extendió de Madrid o Genova a Buenos Aires; de Argelia a Islas Canarias; de California a Sao Paulo, se necesitaron muchos contactos previos. ¡Él los hizo!

"Un día seremos leyenda" escribió Teillier. Desgraciadamente, cumplido el vaticinio, su leyenda no le hace justicia. A una época que comenzaba a farandulizarse le interesó más el poeta de los bares que en los años noventa le creyó a Esenin: "es mejor morir de vino que de tedio", que el poeta de los lares que en los años sesenta —a través de esas corresponsalías de «Orfeo»— actualizó en el mapa literario lugares como Chuquicamata, Ovalle, San Bernardo, Licantén, Tomé, Angol, Lautaro, Pitrufquen, Los Lagos, Panguipulli... Y no se me suponga la tonta pretensión de blanquear su imagen bohemia, sabiendo que su propia poesía vendría a desmentirme: "sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones". Seria injusto ocultar ese Teillier. Pero es justo mostrar también el otro.

Y el verdadero Teillier, que se sentía tan a gusto en la biblioteca como en el bar, el Teillier de los años sesenta —más claramente, de antes de 1973— fue un buen ejemplo de poeta que se gana honestamente la vida como funcionario, pero no se burocratiza. No abandonó su oficina en el Boletín de la Universidad de Chile, pero abrió sus puertas a cuanto poeta provinciano descendió de un bus en Plaza Almagro, o como yo —para no pasarse ni perderse— se vinieron caminando desde la Estación Central. Algunos darían cuenta de nuevos suscriptores para «Orfeo», otros entregarían colaboraciones, muchos simplemente vendrían a conocer al poeta. Allí se fraguaron viajes, recitales, publicaciones. Por esos años la Universidad financiaba la bella colección de los premios «Alerce», y a ese aporte a nuestra literatura debería agregarse el reconocimiento por esa oficina de su Casa Central que —Teillier mediante— durante un tiempo hizo de consulado en Santiago de los poetas de Chile. Para que no se me critique un sesgo regionalista, mi última visión de ese lugar: giro la manilla y desde adentro alguien hace fuerza en sentido contrario.

¿Me estarán cerrando la puerta? No, era que salían N. Parra, Waldo Rojas y Jorge Teillier. Y una aclaración para los poetas más jóvenes, que compartieron con él después: no atacamos de frente, hacia la Unión Chica, sino por el flanco derecho, hacia el Indianápolis. ¡Claro que el bar de entonces, en el Santiago de entonces!








"Revista de Libros" de El Mercurio, viernes 3 de junio de 2005








viernes, 22 de agosto de 2008

“Los patanes no se suicidan ni son alcohólicos”. Entrevista a Jorge Teillier por Elga Pérez-Laborde





¿De qué tienes miedo?
M
e asusta ver que la gente es tonta. Yo soy también bastante tonto. Tengo miedo a la crueldad. ¿Lees los diarios? Ayer leí con horror cómo un hombre fabricó las circunstancias para matar a un muchacho de diecisiete años por robarle un pan de mantequilla. Una especie de Marqués de Sade... ¿Has leído al Marqués? Uno está a merced de gente desatinada y uno mismo a su vez obra de verdugo ...

¿Te cuesta menos escribir que hablar?
Me cuesta mucho escribir, porque es un proceso de desdoblamiento... Tú dirás que nadie me obliga, pero me sentiría muerto si dejara de escribir, es como privarse de los sueños... El psiquiatra te los quita.

¿Qué sueñas?
¿Tú me los quieres quitar?

No, sólo quiero saber tus inquietudes, tus motivaciones, tus dolores.
Soy alcohólico. Bueno, fui alcohólico. Ya no; hace tres meses que no tomo. Tú sabes, es una enfermedad...

¿Por qué? Hablame de ti...
No me gusta tener amigos, sólo compañeros de juego. Tomo porque no tengo tiempo, el alcohol contrae el tiempo...

¿No preferirias estar lúcido?
Prefiero no estar lúcido... Tú sabes, el aburrimiento, el tedio. Bebo cuando no estoy en lo que me gusta...

¿Qué te gusta?
Leer. Leo por leer. Leo de todo. Tú que eres periodista debes saber lo que dijo MacLuhan: el mensaje es el medio. Me dio rabia descubrir eso... Me carga ese gallo. Me di cuenta que leo por leer, que la motivación no está en el contenido, sino en la mecánica de leer... Veo películas viejas cuando veo televisión. Me interesan para reconstruir cosas, recuerdos. Me gusta mirar para atrás, pero eso no quiere decir que no me guste el progreso.

¿Te interesa la magia?
Como forma literaria. Tienen la misma raíz la magia y la poesía. Creo que algunos poetas pactaron con la naturaleza. Hicieron conjuros. Todos los pueblos tienen un poeta; es práctico. Entre los esquimales saben encantamientos para cazar focas; saben hacer llover entre los mapuches. Saben pactar con los elementos naturales. Saben, como Orfeo, domar a las fieras con el canto.

¿Y cuál es tu poder como poeta?
Domar a las fieras. Conjurar a los poderes del mal...

¿Pero tienes miedo? ¿De qué más tienes miedo?
El siglo veinte. Siglo de los slogans. Me da miedo el miedo de la gente. No les gusta pensar. Uno es rebelde sin darse cuenta, no acepta valores establecidos. Me gusta el dinero, pero me puedo pasar sin él; he aprendido a prescindir...

¿Y qué sientes ahora, después de –haber ganado- los Juegos Florales?
Es molesto ser poeta laureado. La empleada, cuando supo, me llevó un cartapacio de poemas de su marido, un ex-carabinero. Antes, ni me cotizaba.

Cuéntame algo del poeta...
Soy antiaventurero. Mis viajes son sólo imaginarios. Por eso creo que no me interesan los viajes espaciales... Prefiero soñar y anoto algunos sueños. Sueño poemas.

¿Qué sueñas? Cuéntame algún sueño.
Sueno con la vuelta a un pueblo, que a veces es Lautaro, pero no estoy seguro. Una vez soné que llegaba en verano. Estaban mis parientes y encendían el fuego en la chimenea. Yo subía al segundo piso y allí estaba una niña muy linda que era como para mí. De pronto se ponía vieja, como en Shangri-La, y era porque mis parientes dejaban de atizar el fuego... Así, soné un poema. Lo soné entero y lo mandé a Paula. En realidad mandé cuatro poemas. La gente no quiere soñar, la autocensura, por eso no lee poesía...

¿EI trago te ayuda a soñar?
Bueno, borra cierta inhibición, pero siempre es dañino.

Te habrá acarreado muchos problemas, sobre todo con tus mujeres.
Las mujeres siempre tienen conflictos. La del pueblo es más sabia, sabe que el que bebe va a llegar a la casa. Claro que a veces se extralimita y le pega, pero ésa es una muestra de amor del marido que no tiene lenguaje... El chileno no tiene lenguaje. Nos falta expresarnos, somos pobres de expresión. Cuando decimos “tropicalismo” les tenemos envidia a los tropicales. Ellos son mucho más sanos. La mujer humilde ve al hombre que bebe como un niño que anda con sus amigotes. Las más civilizadas o intelectuales creen que pueden cambiarlo. Se aprobleman.

¿Y qué mujer sería Ia adecuada?
Francis Jammes repitió algo que dijo Baudelaire y que yo pienso ahora: la mujer que convive con el poeta debe ser adolescente o prostituta. Son menos conflictivas. Claro que si pones eso mi mujer va a decir que soy un inmaduro...

¿Cómo es tu mujer?
Mi mujer es sensible y encantadora. Ella es estimulante.

¿Qué edad tienes?
41 años. Mi cumpleaños lo celebré quebrándome la nariz.

¿Por qué dices que las intelectuales son conflictivas?
La mujer madura y realizada es conflictiva porque tiene su mundo propio y quiere incorporarte. Uno está entregado al prójimo y éste es algo abstracto. ¿Sabes? No me gustaría que mi hija estuviera casada con un poeta de verdad.

¿Cuáles son los poetas de verdad para ti?
Góngora, Eliseo Diego (se parece a mí en versión mejorada), Baudelaire, Dylan Thomas. A veces leo traducciones y eso me hace sospechar. Pero también leo poetas en alemán aunque no entiendo nada. Puedo sentirlos e invento poemas sobre ellos. Tengo afinidad con los nórdicos. Es el sur que pesa...

Dijiste que tenías miedo del siglo XX.
Nos apoderamos de las cosas y después las cosas se apoderan de uno. Yo no quiero tener cosas. Quiero vivir en el siglo XIX en algunos aspectos.

¿También le temes al dentista?
No. Soy dejado, como buen chileno. Mi parte francesa me lo reprocha mucho...

Háblame de tu mundo afectivo.
Me da miedo la falta de disponibilidad de uno mismo en la pareja. Yo soy muy egoísta, mezquino. No me gusta pedir y no me gusta dar nada. Soy poco afectivo, poco efusivo. No me gusta prestar libros. No presto cosas. Sólo quiero relacionarme de paso no más con la gente.

¿Qué haces en un día cualquiera habitualmente?
Escribo cartas a mi familia. Le escribo a un rumano que admira a Teófilo Cid, a quien le debo el Premio Paula.

¿Por qué a él?
Hice una manda (no la puedo decir). Sólo que en homenaje a Teófilo Cid.

Háblame de él.
Fundador del surrealismo chileno, grupo Mandrágora. Un «dandy» de la miseria. Un tipo que se autoinmoló.

¿Por qué te encomendaste a un poeta?
Algo harán por uno los poetas en el paraíso. Se preocuparán de lo que les preocupaba en la Tierra. A lo mejor hacen concursos.

A los miedosos suele gustarnos el humor. ¿Te interesa?
Leo mucho humor. Me gusta cuando muestra el lado verdadero de las cosas. El humorista es un hombre que se atreve a algo. Un rebelde valiente. Me gustan los actos de humor.

¿Cuál es un acto de humor?
Anunciar que uno se va a suicidar y hacerlo.

¿Eres un suicida latente?
Soy un suicida latente como toda persona respetable. Los patanes no se suicidan ni son alcohólicos...

Supongo que hay algo a lo que no le temes...
No le tengo miedo a la muerte. EI temor a la muerte es señal de buena salud. Quiero creer en la inmortalidad, pero no me la imagino. Por eso no soy un gran poeta: me falta la capacidad de visión, de revelación.




Santiago, I976
en Jorge Teillier: Entrevistas (1962-1996)






miércoles, 20 de agosto de 2008

"No fue el helado viento", de Jorge Teillier





                                        No fue el helado viento
                                        quien marchitó las ramas.
                                        Quien marchitó las ramas
                                        fui yo, que les conté mis sueños.

Conozco los senderos de hojas holladas por las brujas
que vienen con husos de lana
y sé donde relumbran los pies de las hadas
en la pálida espuma.

Conozco el país dormido
donde vuelan en círculo las garzas
donde vuelan graznando
sin librarse de sus cadenas de plata.
Por allí erran un padre y una madre
ciegos y sordos a cuanto no sea
el graznido de las garzas.
Errarán hasta el fin de los tiempos.
Ya lo sé. Y lo saben también las garzas.

                                        No fue el helado viento
                                        quien marchitó las ramas.
                                        Quien marchitó las ramas
                                        fui yo, que les conté mis sueños.








Publicado en el libro EN EL MUDO CORAZÓN DEL BOSQUE, 1997.








lunes, 18 de agosto de 2008

"El bosque mágico", de Jorge Teillier




In Memoriam Henry Treece


Y el Poeta me dijo:
            “El bosque está lleno de crepitantes pasos.
            El bosque está lleno de agonizantes chillidos.
            ¡Nadie debe entrar esta noche a ese bosque!”

Allí encontré una mujer de ojos de amaranto
y de uñas creciendo como amistosas orugas
Su pelo tenía el color de las hojas insomnes
y una rama la guiaba como sabia serpiente.

Ella me cantó nuevas villanelas
y me mostró el dragón que la protegía en el aire.
Un jabalí defendió con sus dientes mi mente
y supe que una risa oculta se burlaba de mí.

Ella me hizo dejar mi amuleto sobre una lápida
y me mostró cómo matar mis amadas alondras
con una mueca, un silbido, un susurro,
con una hoja transformada en el licor prohibido.

Ella me preguntó mi nombre y el nombre de mi casa.
Yo sólo le mostré el Libro de los Libros.
Ella me dijo que podíamos dejar el bosque
e ir al Baile de los Reyes del Valle de la Luna.

Yo vi sus ojos volviéndose hogueras implacables,
vi sus uñas creciendo como amenazantes culebras
y recordé de golpe los rezos de mis parientes
y me encontré solo en mi tierra natal.























domingo, 10 de agosto de 2008

"Melusina", de Jorge Teillier





Infiel como el ala de los pájaros infieles
Tú siempre serás mía:
Los eucaliptus sangraban,
Un caballo ciego fue a agonizar entre los rieles
Porque no quería ver el fin de nuestro amor
Mientras se marchitaban los dedales de oro sembrados
            por un loco,
Tú siempre serás mía.
Infiel como el ala de los pájaros infieles.
























domingo, 3 de agosto de 2008

"Aparición de Teófilo Cid", de Jorge Teillier






Antes del lóbrego fluir
de los taxis por la ciudad nocturna,
antes de los gatos y perros vagabundos
rodeando los tarros de basura
que crecen para el alba de los desventurados
antes que los brocales de la Frontera
fueran cerrados
por el trabajo de las abejas de la muerte
en los turbios espejos de las pensiones,
el río recién nacía al reflejo de su rostro
unido al rostro de su amada,
y a su paso florecían las lomas de la infancia,
el sol brillaba como el yelmo del Conquistador
y el bosque le entregaba el tótem de los aucas
que nadie supo describir
bajo sus tristes párpados entornados.

Antes de esos bares donde comen los pobres
estrujando sus últimos billetes
como un invierno mendicante las hojas de los álamos,
antes del tiempo estepario de los bares y el Café
antes del despertar friolento en las plazas sin fotógrafos,
antes del cáliz del cloroformo del hospital,
y de la implacable costra de cemento
que se preparaba a sellar sus días,
resonaba siempre en sus oídos
como el mar en los caracoles
el rumor de la casa natal
y el sueño le traía
el regazo de los verdes paraísos.

Ahora
que el náufrago de la noche,
el viejo gladiador vencido
desdeñado por la luz de la ciudad
“servidora sólo de los ricos”
sea hallado por la lluvia del Ñielol
que piadosa lave sus huesos
y nos devuelva su rostro original.

Ahora que su recuerdo sea la llama azul que remienda los puentes
preparando el paso de la primavera
que viene a oprimir locamente los timbres
y su palabra
esa flor que nos aguarda entre los escombros
del tiempo que nos vence
y que él ya ha vencido.