Una mujer ve la suerte a un hombre que no le ha
pedido nada.
Él no quiere verla ni oírla.
Pero ella le dice:
“No habrá sino lluvia entrando en ventanales
sin vidrios.
El techo de tu casa se derrumbará.
Y nunca oirás risas despertándote de la
siesta del verano en el pequeño puerto
donde las mujeres tienden ropa en las calles,
y no verás en la noche florecer los
meteoros”.
Ella grita para que no siga acumulando sueños
en la copa de la ebriedad
pero ahora él duerme
y sueña estar a orillas del río del País de la Libertad
donde llegarán los suyos cantando “Sinne Finne”
el himno de los que no les importó perder la casa,
ni el mar, ni la esperanza.
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