Un hombre verá cosas invisibles.
Cuando los deudos lo abandonen
y las canoas vengan desde el oeste,
cuando los deudos a escondidas hayan dejado los panes redondos
y sacrificado los caballos,
las hijas del guardahilos tendrán miedo
de ver pasar su ánima al atardecer
y los forasteros tendrán visiones que los harán gemir en sueños.
Un hombre, entonces, se desprende del sol y de la luna.
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