jueves, 6 de diciembre de 2007

"Nieve nocturna", de Jorge Teillier





¿Es que puede existir algo antes de la nieve?
Antes de esa pureza implacable,
implacable como el mensaje de un mundo que no amamos
pero al cual pertenecemos
y que se adivina en ese sonido
todavía hermano del silencio.
¿Qué dedos te dejan caer,
pulverizado esqueleto de pétalos?
Ceniza de un cielo antiguo
que hace quedar solo frente al fuego
escuchando los pasos del amigo que se va,
eco de palabras que no recordamos,
pero que nos duelen como si las fuéramos
            a decir de nuevo.

¿Y puede existir algo después de la nieve,
algo después de la última mirada del ciego a la palidez
            del sol,
algo después que el niño enfermo olvida mirar
            la nueva mañana,
o, mejor aún, después de haber dormido
            como un convaleciente
con la cabeza sobre la falda
de aquella a quien alguna vez se ama?
¿Quién eres, nieve nocturna,
fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo?
¿O qué importa quién eres?
Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos,
no recordar nada, no preguntar nada,
desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio.





 



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