Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.
Ésta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por la llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.
Ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.
Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
-Yo llenaba esas manos de cerezas, esas
manos llenaban mi vaso de vino-.
Ella mira el fuego que envejece.
Del libro Para Ángeles y Gorriones, publicado en 1956.
1 comentario:
MAravilloso, siento los cerezos como si estuviesen aquí, las sensaciones,el calor,la estación compartida.
Juan Carlos, gracias por éste magnífico regalo.
Un abrazo.
Elen.
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