Hace algunos días atrás estuve revisando una carpeta que tengo sobre Jorge Teillier (críticas diversas, cartas, postales, etc.), cuando de pronto reparé en un poema que no tenía nombre y que estaba fechado, al final del poema, con el nombre del autor, añadiendo Primavera, 1995, o sea, unos meses antes de su fallecimiento. A pesar que siempre había revisado esa carpeta, esta vez me llamó poderosamente la atención ese poema, especialmente por la fecha. Entonces revisé un poemario póstumo, Hotel Nube, y tampoco estaba. Sospeché que podía estar en otro poemario póstumo, En el mudo corazón del bosque, que no lo tengo. Por lo que recurrí a preguntarle y enviarle el poema (escaneado) a Álvaro Ruiz. Lamentablemente no me respondió y habían pasado unos buenos días. Entonces recurrí a otra persona, Juan Carlos Villavicencio, a quien no conozco personalmente, pero que nos hemos estando carteando desde hace algún tiempo. Finalmente, después de varios días, me dijo que tampoco estaba en el poemario En el mudo corazón del bosque, por lo que tenía una versión de un poema inédito, en manuscrito, por un amigo y poeta entrañable como Teillier, con el cual me unió una amistad de más de 30 años. Dejo en manos de Juan Carlos Villavicencio el poema y este pequeño testimonio para que lo edite en el blog que tiene sobre Teillier, lo cual no significa que también podría hacerlo en otro lugar, como quedamos con el poeta Villavicencio.
Juan Cristóbal
Lima, 21 de julio, 20013
Nota Villavicencio: Este poema es inédito en cuanto a que no se había conocido una versión en verso, pero sí una leída por el poeta Teillier, como queda consignado en el texto de Lorenzo Peirano llamado "No vi su rostro muerto", recopilado anteriormente en el Teillier Aleph.
Esto ocurre en un Bar Restaurant
Del Barrio Oriente
La garzona me pregunta si soy de verdad
Jorge Teillier
Mientras me abre una botella de Blanco 120.
Le digo que sí
Y le regalo en una servilleta
Un cuarteto de Apollinaire.
Ella dice: “Estudié Literatura y ahora tengo
que trabajar en otras cosas
Pero me gustaría más tener un poema suyo que de Apollinaire”.
Perdón Guillaume
No puedo en modo alguno compararme contigo
Eso pasó en Santiago de Chile
Donde tu amigo Blaise Cendrars
Escribió sobre el Sacristán Milagroso.
Fui a tomar el Metro
Ruido de carros y cantos de mendigos ciegos
Me di cuenta de que la poesía existe
Y repetí:
“Acuérdate, el Otoño ha muerto”.
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