sábado, 28 de junio de 2008

"Jorge Teillier, poesía y leyenda", de Aristóteles España






Este mes de abril se cumplieron diez años del fallecimiento de Jorge Teillier (1935 - 1996), uno de los más importantes poetas de la lengua castellana y uno de los diez más grandes de Chile.

Nos conocimos a comienzos de los ochenta, en el bar "La Unión Chica", en la Sociedad de Escritores y en las recordadas tertulias de la Editorial Nascimento presididas por Oreste Plath. De inmediato nació una amistad que se prolongó hasta el día de su muerte y que fue compartida junto a entrañables amigos como Rolando Cárdenas, Ramón Díaz Eterovic, Álvaro Ruiz, Juan Guzmán Paredes, Enrique Valdés, Mario Ferrero, Germán Arestizábal, Stella Díaz Varín, Jaime Gómez Rogers (Jonás), Leonora Vicuña, Ronnie Muñoz, Roberto Araya, su hermano Iván, Ramón Carmona y muchos otros. A nuestras citas en estos lugares llegaban cada cierto tiempo a compartir un vaso de vino, Francisco Coloane, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Enrique Lafourcade, Gonzalo Drago, Yolanda Lagos.

La Generación Literaria del 38, la Generación del 50, y los jóvenes, daban rienda suelta a sus inquietudes, a los recuerdos, las memorables jornadas de otros tiempos, junto a los clásicos de nuestra cultura y de la creación artística de un Chile distinto.

De fondo, la dictadura, el terror, el toque de queda, las prisiones, el exilio, que Jorge Teillier asimilaba con comentarios sarcásticos sobre la realidad y con su poesía escrita desde el dolor, el miedo, con la reconstrucción de sus mundos literarios, las pequeñas patrias donde habitan mariposas y cielos llenos de lluvia de su pueblo natal: Lautaro.

El poeta creó un Sur mítico, con relámpagos, amaneceres, plazas, el viento en todo su esplendor, con referencias melancólicas y llenas de símbolos que las hacen universales. Aquí, el poeta es un sobreviviente de un paraíso perdido y como testigo de una época de oro, que sigue instalada ahí, habitada por mitos y las imágenes esenciales de las cosas: el calor del hogar, la naturaleza, la infancia atrapada en un mundo solitario lleno de imágenes conmovedoras y reminiscencias ancestrales.

Jorge Teiliier recupera a través de la memoria un mundo en desintegración que, mágicamente, ayuda a evaporarse a través del recuerdo para hacerlo realidad dentro de la poesía.

En el fondo, nuestro amigo era un desterrado en una metrópolis llena de smog, sin la cual no podía vivir y regresaba a través de sus versos, de sus imágenes, al espacio de la infancia, de los límites, para reencontrarse con algo que ya no existe.

Admirador de Francis Jammes, de George Tralk, Rilke, de Robert Frost, solía comentar sus aventuras con Pablo de Rokha, Neruda, Teófilo Cid, todos personajes de leyenda con los cuales compartió un mundo que fue.

Solíamos caminar por viejas librerías donde comprábamos primeras ediciones de Carlos de Rokha, Vicente Huidobro, revistas con textos de Romeo Murga, Alberto Rojas Jiménez, Boris Calderón, Héctor Barreto, Carlos Pezoa Véliz y autores desconocidos. Después, "El lagar de don Quijote", el "Cucú", el "Isla de Pascua", los bares a los cuales llegaban nuestros amigos a soñar con un país distinto, mientras en las calles llenas de soldados, hasta el aire era distinto y la poesía también.

Jorge falleció sin que le entregaran el Premio Nacional de Literatura y muchos otros reconocimientos. Como muchos poetas, vivió El Pago de Chile, mientras su obra tiene cada día mayor altura en nuestro idioma y su libro antológico Muertes y maravillas es un clásico, es decir, acompañará los sueños de cientos de personas hasta el fin de los tiempos.




Mayo de 2006











1 comentario:

Carmen dijo...

Me gustó eso de "hasta el fin de los tiempos"
Belleza para los años venideros..