I.M. Juan Cunha
Ahora vuelvo a encontrar la luz que permitían los días
verdaderos
que en su rosario vuelven y vuelven a contar
las nubes que las visitan
para enseñarles sus nombres.
Me gustaría estar en el patio de esa casa
y ver pasar un rosario de nubes que sólo yo sabría descifrar.
Y que mi vecina viniera a sentarse junto a mí
y coloreara en silencio su cuaderno de dibujo.
Yo oía a los mapuches pregonando cochayuyo
Yo oía la garlopa del carpintero vecino
Yo cerraba los ojos para no ver las brumas de los
muelles del futuro
para no ver tantos rostros que los años me robarían.
Murió el mendigo ciego a quien mi madre le daba pan todos
los días.
Tú ya no coloreas ni los cuadernos de dibujo de tu hijo.
Ya no tengo vecinos y mi casa natal es mi soledad.
Y los amigos que me acompañaron al Depth South
no saben por qué a veces quiero estar solo
y llegar al Hotel Siegmund donde Mario me dice:
“¿Don Jorge, se va a servir lo mismo que hace quince años?”
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