In memoriam de Rosamel del Valle
La sangre blanca de un cerezo
era el anuncio de nuevas puertas.
Te marchaste junto al invierno
que con su lámpara desenreda las raíces
y hace surgir los sueños de los antepasados.
Viajas junto al invierno,
a las ardillas y a los pájaros nevados
que siempre recuerdan tus manos
alimentándolos en los parques transparentes.
La primavera quiso retenerte
para que descifraras una vez más
los jeroglíficos de sus ramas.
La primavera prometía en vano
el naranjo de la infancia en el patio de cemento
o transformaba en viñedo tu copa de vino.
Ya el tiempo había escrito “muerte” con tinta invisible.
Tú leías sus cartas
sabiendo que cada mañana uno debe despedirse de la muerte
diciendo “Hasta mañana”.
“—Tu muerte o mi muerte –decías— serán como el derrumbarse
fortuito de una lámpara”.
Ahora el invierno ha recogido esa lámpara
y te ilumina en el viaje del retorno
hacia lo más profundo de la noche
“lejos de donde la luz pueda alcanzarte”.